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historia de emmett
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historia de emmett
a que ya lo leyeron, pero por si acaso aqui lo dejo
Estaba sorprendida de encontrar un parentesco creciendo entre
Emmett y yo, especialmente después de que era el quien me resultaba mas
atemorizante de todos ellos. Esto estaba relacionado con la manera en
que los dos habíamos sido seleccionados para formar parte de la
familia; los dos habíamos sido amados-y habíamos amado-mientras éramos
humanos, aunque el por muy poco tiempo. Solo Emmett recordaba-solo el
entendía el milagro que Edward significaba para mi.
Hablamos de eso por primera vez mientras los tres nos encontrábamos recostados en los sillones de la sala, Emmett
me llenaba majestuosamente de historias
aun mejores que los cuentos de hadas, mientras Edward se concentraba en
el canal de cocina-Edward decidió que necesitaba aprender a cocinar,
para mi incredulidad, era difícil arreglárselas sin el debido del gusto
y el olfato. Después de todo, no había nada que no se le diera de
manera natural. Sus cejas perfectas se arrugaron mientras el celebre
chef condimentaba otra platillo acorde al sabor. Contuve una sonrisa.
-Para entonces el ya había terminado de jugar conmigo, y sabia que
estaba a punto de morir-. Recordó Emmett suavemente, mientras enroscaba
el cuento de sus años humanos con la historia del oso.
Edward no nos prestaba tención; ya la había escuchado antes. -No me
podía mover, y mi conciencia se estaba desvaneciendo, cuando escuche lo
que creí era otro oso, la pelea sobre quien se quedaría con mi cadáver,
supuse. De repente sentí como si volara. Comprendí que estaba muerto,
pero aun así intente abrir los ojos. Y entonces la vi-su rostro es
incrédulo a la memoria; me empatizé completamente-. Y supe que estaba
muerto. Ni siquiera me importó el dolor, luche para mantener los ojos
abiertos, no quería perder ni un segundo del rostro de aquel ángel.
Estaba delirando, por supuesto, preguntándome porque todavía no había
llegado al cielo, pensado que debería de estar mas lejos de lo que
creía. Seguía esperando a que ella emprendiera vuelo. Y entonces ella
me llevó ante Dios. Soltó una gran risa explosiva. Pude comprender
fácilmente a cualquiera haciendo esa suposición.
-Pensé que lo que pasaba después era mi juramento. Yo tuve demasiada
diversión en mis veinte años de vida, así que las llamas del infierno
no me sorprenderían para nada-Volvió a reír, pero yo me encogí; el
brazo de Edward me apretó inconscientemente.
-Lo que me sorprendió fue que el ángel no se marcho. No podía entender
como permitían que algo tan bello permaneciera conmigo en el infierno,
pero yo estaba agradecido. Cada ves que Dios venia a verme, tenia miedo
de que pudiera llevársela, pero nunca lo hizo. Comencé a pensar que tal
vez los predicadores que hablaban acerca de un Dios misericordioso
estaban en lo cierto después de todo. Y de repente el dolor
desapareció…y ellos me explicaron todo-.
-Les sorprendió lo poco que me perturbó el asunto de los vampiros. Pero
si Carlisle y Rosalie, mi ángel, eran vampiros, ¿que tan malo podía
ser? -yo asentí, concordando por completo con todo lo que decía,
mientras el continuaba. -Yo tuve un poco mas de problemas con las
reglas…- rió.
-Tenías tus manos llenas de mí al principio, ¿o no? -Emmett golpeó el
hombro de Edward amistosamente, provocando que los dos nos meciéramos.
Edward resopló sin apartar la vista del televisor.
-Veras, el infierno no es tan malo si puedes conservar a tu ángel
contigo- me aseguró juguetonamente. -Cuando al final el acepte lo
inevitable, estarás bien-.
El puño de Edward se movió tan rápidamente que ni siquiera noté que fue
lo que golpeo a Emmett deslizándolo hacia la parte posterior del
sillón. Los ojos de Edward nunca se despegaron de la pantalla.
-Edward- lo regañé, horrorizada.
-No te preocupes, bella-. Emmett se encontraba ecuánime, de vuelta en
su asiento, -se donde encontrarlo-Miró el perfil de Edward a través de
mi. -Tendrás que bajarla algún día-Amenazó. Edward apenas gruño en
respuesta sin siquiera subir la mirada.
- ¡Niños! - llamó reprochando la voz tajante de Esme por debajo de las escaleras.
Estaba sorprendida de encontrar un parentesco creciendo entre
Emmett y yo, especialmente después de que era el quien me resultaba mas
atemorizante de todos ellos. Esto estaba relacionado con la manera en
que los dos habíamos sido seleccionados para formar parte de la
familia; los dos habíamos sido amados-y habíamos amado-mientras éramos
humanos, aunque el por muy poco tiempo. Solo Emmett recordaba-solo el
entendía el milagro que Edward significaba para mi.
Hablamos de eso por primera vez mientras los tres nos encontrábamos recostados en los sillones de la sala, Emmett
me llenaba majestuosamente de historias
aun mejores que los cuentos de hadas, mientras Edward se concentraba en
el canal de cocina-Edward decidió que necesitaba aprender a cocinar,
para mi incredulidad, era difícil arreglárselas sin el debido del gusto
y el olfato. Después de todo, no había nada que no se le diera de
manera natural. Sus cejas perfectas se arrugaron mientras el celebre
chef condimentaba otra platillo acorde al sabor. Contuve una sonrisa.
-Para entonces el ya había terminado de jugar conmigo, y sabia que
estaba a punto de morir-. Recordó Emmett suavemente, mientras enroscaba
el cuento de sus años humanos con la historia del oso.
Edward no nos prestaba tención; ya la había escuchado antes. -No me
podía mover, y mi conciencia se estaba desvaneciendo, cuando escuche lo
que creí era otro oso, la pelea sobre quien se quedaría con mi cadáver,
supuse. De repente sentí como si volara. Comprendí que estaba muerto,
pero aun así intente abrir los ojos. Y entonces la vi-su rostro es
incrédulo a la memoria; me empatizé completamente-. Y supe que estaba
muerto. Ni siquiera me importó el dolor, luche para mantener los ojos
abiertos, no quería perder ni un segundo del rostro de aquel ángel.
Estaba delirando, por supuesto, preguntándome porque todavía no había
llegado al cielo, pensado que debería de estar mas lejos de lo que
creía. Seguía esperando a que ella emprendiera vuelo. Y entonces ella
me llevó ante Dios. Soltó una gran risa explosiva. Pude comprender
fácilmente a cualquiera haciendo esa suposición.
-Pensé que lo que pasaba después era mi juramento. Yo tuve demasiada
diversión en mis veinte años de vida, así que las llamas del infierno
no me sorprenderían para nada-Volvió a reír, pero yo me encogí; el
brazo de Edward me apretó inconscientemente.
-Lo que me sorprendió fue que el ángel no se marcho. No podía entender
como permitían que algo tan bello permaneciera conmigo en el infierno,
pero yo estaba agradecido. Cada ves que Dios venia a verme, tenia miedo
de que pudiera llevársela, pero nunca lo hizo. Comencé a pensar que tal
vez los predicadores que hablaban acerca de un Dios misericordioso
estaban en lo cierto después de todo. Y de repente el dolor
desapareció…y ellos me explicaron todo-.
-Les sorprendió lo poco que me perturbó el asunto de los vampiros. Pero
si Carlisle y Rosalie, mi ángel, eran vampiros, ¿que tan malo podía
ser? -yo asentí, concordando por completo con todo lo que decía,
mientras el continuaba. -Yo tuve un poco mas de problemas con las
reglas…- rió.
-Tenías tus manos llenas de mí al principio, ¿o no? -Emmett golpeó el
hombro de Edward amistosamente, provocando que los dos nos meciéramos.
Edward resopló sin apartar la vista del televisor.
-Veras, el infierno no es tan malo si puedes conservar a tu ángel
contigo- me aseguró juguetonamente. -Cuando al final el acepte lo
inevitable, estarás bien-.
El puño de Edward se movió tan rápidamente que ni siquiera noté que fue
lo que golpeo a Emmett deslizándolo hacia la parte posterior del
sillón. Los ojos de Edward nunca se despegaron de la pantalla.
-Edward- lo regañé, horrorizada.
-No te preocupes, bella-. Emmett se encontraba ecuánime, de vuelta en
su asiento, -se donde encontrarlo-Miró el perfil de Edward a través de
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